Spotify no tiene las cuentas claras y Apple gana más que nunca
Spotify ha demostrado que hacer dinero con publicidad / suscripción es más complicado de lo que parece y que el modelo es complicado de gestionar. A pesar de contar con el apoyo de las multinacionales y con una penetración europea bastante potente, no consiguen que el modelo de dinero. La publicidad sigue siendo muy poco efectiva y la infraestructura y desarrollo es muy cara.
Cuando la gente piensa que el coste de la distribución online casi tiende a cero no saben realmente lo que cuesta mover bits alrededor del mundo de una forma segura y rápida.
Los usuarios
Los usuarios reclaman que los precios tienen que bajar ya que al digitalizarse el producto debe ser más económico. Y con la posibilidad de obtener los productos de forma gratuita en la web, la demanda se ha ido directamente hacía este modelo.
Si bien es cierto que la distribución es una parte de la tarta del reparto del coste del producto final, no viene a suponer ni el 20% del coste. Es decir, un cd que cuesta 15 euros, en digital podría costar 12. No los 4 que alguien puede esperar. Apple se ha aproximado a las 9.99 básicamente porque va a un margen muy bajo. Apple básicamente paga la estructura con lo que gana de las ventas, pero no tiene un gran margen sobre cada venta porque su negocio está en vender hardware lo cual no es muy sostenible.
Es decir, el negocio de vender música debería ser sostenible por si mismo. Si para vender música tengo que vender iPods, esto al final se romperá. No es sostenible, no es un equilibrio lógico.
Los creadores reclaman que se pueda perseguir de forma clara a las webs que se lucran con este intercambio de información. Lo cual no es una mala cosa, pero tal y como se ha redactado y presentado la Ley Sinde, debería costarle el puesto a la Ministra.
Un modelo global
Más allá de aspectos formales de la ley, una ley así es necesaria, pero debe ser una ley global o al menos europea. No tiene sentido caer en la trampa de tengo el servidor en el país X, tu ley del país Z no me afecta. La ley debe ser consensuada a nivel europeo para que el mensaje sea claro y único. La piratería es un delito que va contra la cultura y ningún país se lo puede permitir.
No se cambia un modelo de negocio a punta de pistola
El modelo de negocio de las empresas de ocio digital (editoriales, música, libros, películas) debe cambiar. Seguramente deben apuntar a un modelo más parecido al del videojuego donde el ecosistema está mucho más cerrado o algo como el modelo de Apple donde igualmente está todo muy cerrado. Es la única vía para proteger sus contenidos.
Nintendo ha conseguido crear un ecosistema donde su producto está muy protegido. Seguramente el mundo del ocio digital deba cerrarse y protegerse a nivel de hardware y las puertas de entrada a ese hardware deban ser muy estrechas. Nintendo nunca ha tenido problemas con su ecosistema mientras ha aportado un valor claro al usuario.
El problema de este cambio de modelo es que se está haciendo a punta de pistola. Los consumidores estamos encañonando a las empresas con una pistola que se llama "descarga ilegal" y les estamos diciendo que o cambian o les pegamos un tiro en la cabeza. Pensar que está ocurriendo otra cosa es mentirnos.
Este esquema de evolución forzada, y no motivada por una competencia legal y justa (usuarios y empresas no están en un mercado con las mismas reglas de juego para todos) hace que las empresas sufran porque les estamos diciendo que cambien pero sin saber hacía donde hacerlo.
Si hubiera un referente legal que lo está haciendo bien las empresas tendrían un modelo hacía el que guiarse, pero ese modelo de momento no aparece. Apple es una empresa de nicho, lo mismo ocurre con Nintendo y lo mismo ocurre con Netflix. Esos modelos son anécdotas en el mundo del consumo digital.
Pero demos un paso más allá
El modelo de consumo digital debe ser sostenible, porque de lo contrario, intentemos imaginar un futuro de aquí a unos años:
Dando por hecho que la música y cine ya están “convertidosÓÉ
Las series de televisión ya han pasado por el mismo modeloÉ y poco a poco se van convirtiendo en productos gratuitos sin publicidad y sin un modelo de distribución claro. Si en la música la gente reclama que el músico se gane la vida en los conciertos o en el cine la gente dice que "ya ganan mucho"É Â¿qué decimos de las series de televisión?. Su modelo es básicamente la publicidad y eso si que se está matando.
Los libros de texto en las escuelas. Supongamos que mi hijo tendrá un iPad y que me dedico a ponerle todos los libros en el iPad sin pagar. El mundo editorial sufriría de forma clara. Pero digamos que "se lo merecen".
Los periódicos, revistas, y magazines. Entendemos que estos van por el mismo camino. Con mi lector digital, pasará algo parecido. Todo lo descargo de forma gratuita y sigo con mi vida.
Guías de viajes, libros de cocina, etc. Todo este tipo de producción editorial tiene el mismo futuro o peor. ¿Quién va a querer publicar un libro de recetas en este mundo?
Al final tendremos un mundo en el que la cultura, que es algo muy frágil e importante para nuestro futuro, no tiene un modelo claro de desarrollo y eso es algo que nos compromete a todos. Este modelo de hacer la cultura gratuita hace que un Iñaki Gabilondo no tenga programa y el Belén Esteban tenga un diario. Hemos votado con nuestra cartera y este es el resultado. Supongo que ahora me dirás que tu eres de los que ve los documentales de la 2.
Críticar a los autores
La gente que critica a los autores no lo hace sin razón. Seguramente haya unos pocos que han ganado dinero por encima de lo éticamente aceptable, pero eso ocurre en todas partes. Esa injusticia es común a nuestro mundo y no podemos cargar con ese odio solo porque hemos podido digitalizar su contenido.
El principal problema de los autores es que han gestionado su imagen y sus derechos de una forma muy torpe. La SGAE ha sido un elefante muy torpe. Han gestionado muy mal su imagen y su comunicación y el foco se ha puesto en casos que han dañado su imagen más que favorecerla.
Los autores deben, primero entender bien el problema y ponerle cifras reales. Luego explicarlo a la sociedad de una forma clara y procurar no atacar al consumidor particular. Deben hacer presión para que a nivel Europeo haya leyes y se persiga a los que se lucran con las descargas.
Próximos pasos
Los autores deberían revisar la SGAE (cambiarle el nombre y empezar de cero sería una idea) y hacer algo que exponga de forma clara su postura. Su postura debería ser la de pedir a sus empresas editoriales un cambio de modelo que tenga a los usuarios en el centro del diseño. Hacer apariciones repentinas en medios de comunicación expresando de forma anecdótica su visión de la piratería les pone en el mismo lugar que los trolls pro-pirateria. Escribir en El País ya no es relevante. Sería mejor que lo hicieras en tu blog.
Los consumidores debemos valorar que es la cultura. Se que esto es complicado y más en un país dominado por la tele-basura, pero no invertir dinero en cultura y que no estemos votando con nuestra cartera para definir el modelo de país que queremos, nos deja en una posición muy débil. Mientras no pongamos nuestro dinero en la cultura, seguiremos siendo un país de pandereta, constructoras y chiringuitos cutres en las playas.
Las empresas editoras deben cuanto antes revisar su modelo y empezar a crear su ecosistema. Este ecosistema lo tienen que fabricar de la mano de empresas de hardware. Cerrar el ecosistema es clave. Para la mente del usuario es muy complejo tener que decidir entre algo gratis y algo de pago. Por eso hay que cambiar el modelo mental completamente. El modelo mental de consumo digital debe cambiar de forma completa. Una nueva plataforma donde todos los contenidos estén disponibles de forma instantánea. Un modelo de pago por consumo razonable.
Pero cerrar ese ecosistema no quiere decir penalizar al usuario. Tiene que ser lo contrario. Recomendaría a todo responsable de una editorial que se compre una Nintendo DS o una Wii y vea como se crea una experiencia de usuario agradable. O un iPhone. Cualquiera de esos dos productos han demostrado como crear un sistema cerrado que tiene al usuario en el centro del diseño.