Es frecuente ver en los medios de comunicación que X ciudad española ha lanzado una iniciativa para crear un centro de start-ups. En la noticia se cita sistemáticamente a Silicon Valley como referente y el título de la noticia suele ser tan poco imaginativo "El nuevo Silicon Valley estará en X".
Estas iniciativas artificiales tienen su origen en el desconocimiento del funcionamiento de las start-ups y sobre el origen de Silicon Valley. En este artículo tomo referencia el ensayo de Paul Graham "How to be Silicon Valley?" (traducción al castellano) publicado el pasado mayo.
Aunque este tema se ha debatido intensamente en la red en español en la mayoría de los casos se ha pasado por alto el punto crítico, qué es lo que hace que tres tipos en un piso se decidan a crear una start-up.
¿Qué hace que aparezcan start-ups?
Graham comenta la fase más importante del desarrollo de las start-ups:
La fase clave es cuando tres tíos están trabajando desde un piso. [..]
Así que si quieres reproducir Silicon Valley, lo que necesitas reproducir es a esos dos o tres emprendedores sentados alrededor de una mesa de cocina decidiendo empezar una compañía?
Aqui esta la clave de todo. Entender que son 3 tipos trabajando en condiciones precarias, sin dinero ni infraestructuras básicas, quienes crean start-ups, deja claro que un centro de start-ups no se puede planificar a priori.
Evidentemente hay otros factores relevantes; presencia de inversores, business angels, conocimientos, etc. que ayudan a fructificar a las start-ups, pero son factores a posteriori que no explican el surgimiento. Evidentemente una start-up crece mejor con terreno abonado, pero si no hay una semilla, no hay terreno abonado que valga.
Los tres tipos en el piso
A más de uno la historía de los tres tipos en un piso le parecerá poco seria, aunque en realidad sea el ingrediente básico. Es justamente esta situación precaria, con todas sus connotaciones, la que permite comenzar la aventura de crear una start-up con posibilidades de éxito.
Tres tipos en un piso son tres personas que no tienen otras armas que su capacidad de trabajo, extremadamente focalizadas y que desconocen el significado de la palabra horario de trabajo. Pueden arriesgar todo porque no tienen nada que perder. Son jóvenes y no tienen compromisos. No van en camiseta por razones de estilo, es lo que visten normalmente.
Es la juventud y la energia para trabajar a horas intempestivas, lo que les hace tener el valor de lanzarse. De tener más experiencia y conocer a priori el esfuerzo necesario para el proyecto, nadie lanzaría una start-up. La ignorancia hace que solo se preocupen de los problemas cuando se presentan, lo que se vuelve una ventaja. Si se planteasen resolver todos los problemas por anticipado nunca llegarían a la fase de lanzamiento del proyecto.
Tres tipos y un piso, pueden ser dos, o pueden ser cuatro, pero tiene que ser un equipo muy pequeño. En Silicon Valley suele ser un garage, en España sería un piso, aunque puede que ni siquiera sea necesario un espacio común. Ya no es raro trabajar a distancia desde casa. En realidad el lugar de trabajo es un mero accidente, es lo que tienen más a mano, lo que en ningún caso suele ser una oficina estándar.
Los tres tipos suelen ser amigos porque es la mejor manera de aguantar las presiones que tiene un proyecto así. Solo una cohesión muy fuerte hace que se lancen juntos a la aventura que supone crear una start-up.
Hay quienes minusvaloran a los tres tipos en un piso, "bah, unos amiguetes" cuando lo que deberían es asustarse justamente por ello. En el otro polo están quienes tratan de imitar ese ambiente informal y relajado de las start-ups, como si ir en camiseta produjese automáticamente mejor código e ideas brillantes.
Inicialmente no es un problema de infraestructuras o dinero
Cuando estas ocupado creando algo desde 0 no tienes tiempo de buscar inversores, ni de pensar en la burocracia necesaria para obtener una oficina subvencionada. A los tres tipos fundadores no les suele preocupar mucho el lugar de trabajo, lo que les preocupa es trabajar y para eso casi cualquier sitio es bueno.
El objetivo de la primera fase de una start-up es tener un primer prototipo o beta funcionando, para ello el pequeño grupo que monta la start-up no necesita más que garantizarse la subsistencia durante algunos meses, alrededor de 6. No es necesario mucho dinero ahorrado para sobrevivir esos meses utilizando los propios equipos personales.
¿Y luego? Eso es otra historia, una cosa es lo que hace a la gente lanzarse y tora cosa cómo conseguir dinero después para financiar la start-up. Los creadores de start-ups resuelven los problemas conforme aparecen.
Nadie se anima más a montar una start-up porque sabe que hay espacio para oficinas cercano subvencionado, ni X ayuda del gobierno. No es la manera de funcionar ni de entender el mundo de estos tres tipos, ni del funcionamiento de una start-up en los comienzos.
Entonces ¿qué hace que estos tres tipos se atrevan a lanzarse? Lo que requieren los potenciales emprendedores para lanzarse a crear su propio proyecto no es dinero, ni infraestructuras, se trata de otra cosa, un referente.
El referente, la semilla inicial
Cuando conoces a un creador de start-up que ha tenido éxito casi automáticamente te pasa por la cabeza la idea de lanzarte tu también con tu propio proyecto.
En el mundo offline muchos autónomos y profesionales liberales crean sus proyectos de la nada con una impresionante dosis de trabajo y esfuerzo. Tiendas, peluquerías, clínicas, restaurantes o asesorías requieren tanto trabajo como una start-up para arrancar. La gran diferencia es que estas iniciativas en España tienen referentes por doquier y las start-ups no.
Conocer en primera persona a alguien que ha tenido éxito, evita la mitificación del emprendedor exitoso que tanto gusta a los medios de comunicación. Solo cuando el referente es cercano y los potenciales emprendedores lo perciben como tal, el referente sirve. Si el referente es algo lejano, creado a miles de kilometros por unos tipos calificados como genios por los medios y además en otro idioma, no se produce el efecto referente.
Larry Page, Sergei Brin, Bill Gates o Steve Jobs están todos en la categoría de semidioses-genios para los medios de comunicación. Es difícil para un emprendedor inspirarse en ellos. En las antípodas de estos casos es conocer historias como la de Ricardo Gallir, un profesor de universidad que ha creado Menéame. Ricardo cuenta en su blog con pelos y señales el día a día del proyecto, sus problemas, el esfuerzo que ha requerido…. Referentes como el de Gallir son los que animan a la gente en España a lanzar sus proyectos, no las historias sobre Google o Amazon. Basta ver el número de clones de Meneame que existen, más de 200, muchos de ellos en español.
Evidentemente no es fácil tener éxito con una start-up, pero no hace falta ser un héroe, ni se requiere una alineación de planetas. Tener éxito con una start-up podría ser algo mucho más común de lo que parece. Nota: Aclaro que la definición de éxito no incluye forzosamente ser el próximo Youtube o esperar que la start-up sea comprada por muchos millones, hay mil definiciones de éxito y mil maneras diferentes de alcanzarlo.
Puesto que en España existen muy pocas start-ups exitosas es poco probable que los potenciales emprendedores conozcan a alguien involucrado en una start-up exitosa que les sirva de referente cercano.
El crecimiento orgánico de las start-ups
Un centro de start-ups nace alrededor de la start-up inicial, la primera, la que sirve de semilla inicial y referente a otros.
Graham comenta que en Silicon Valley la empresa Shockley Semiconductor fue quien comenzó todo. Incluso hoy en día toda la red de relaciones e inversores en Silicon Valley aparece ligada a la semilla inicial. De los trabajadores de Shockley Semiconductor, unos fundaron nuevas start-ups que ahora son multinacionales, otros se convirtieron en inversores, etc. En definitiva crearon todo el ecosistema que permite que las start-ups florezcan en Silicon Valley.
Una semilla que crece y finalmente florece, crea nuevas semillas y así sucesivamente. Así es el crecimiento orgánico de un centro de start-ups y por eso no es posible planificarlo artificialmente.
Aunque a una escala mucho menor, me gustaría citar los casos de España que conozco han funcionado como semillas iniciales:
– El caso de Loquo.com, tras su éxitosa venta a eBay se convirtió en un pequeño semillero de nuevos proyectos. Los miembros del equipo nos lanzamos a nuestras propias aventuras, Joaquín Cuenca llevaba Loquo Paris, José Florido llevaba Loquo Málaga y yo llevaba Loquo Madrid, ahora estamos los tres en Panoramio.com. Manuel González Noriega y Ramón Pravia que llevaban Loquo Oviedo-Gijón lo intentaron con Linkja. Andre Ribeirinho que llevaba Loquo Lisboa está a punto de lanzar su proyecto Adegga.com (una red social sobre vinos). Tampoco creo casual que Oscar Frías de Trabber (un buscador de vuelos) sea amigo de Ubaldo Huerta, el fundador de Loquo. Loquo se vendió relativamente pronto y no dio tiempo a generar un gran efecto de semilla, pero es un ejemplo ilustrativo.
– El caso de la mash-up Tagzania creada por la gente de Codesyntax en el Pais Vasco, aún siendo un proyecto muy joven, ha tenido mucha influencia y un efecto semilla grande en los desarrolladores españoles. No es casualidad que hayan tantas mash-ups con Google Maps en la internet española (más de 50 se presentaron al concurso de Google Maps España) y que varias de ellas estén bien situadas a nivel internacional, algo que contrasta mucho con la sequía tradicional de iniciativas. Es muy importante exista esa primera start-up que rompa el hielo y lo haga bien para abrir camino al resto de la gente.
No es mi intención afirmar que todos los proyectos nacidos de estas semillas iniciales vayan a tener éxito o sean maravillosos, ni mucho menos. Mi objetivo es demostrar como tener un referente cercano, que no esté a miles de kilometros, hecho por gente que conoces y en tu idioma, es lo que hace que los desarrolladores se atrevan a lanzarse con sus propios proyectos.
Un nucleo geográfico de start-ups
No creo en la posibilidad de que surgan centros de start-up situados geográficamente en un lugar concreto en España. Que haya un nucleo físico potente requiere de muchos factores al mismo tiempo que cuesta imaginar coincidiendo en algún lugar en España a corto o medio plazo.
En cualquier caso, puesto que las herramientas de trabajo a distancia abren perspectivas interesantes, en España me imagino más fácilmente un panorama de start-ups distribuidas por todo el territorio, pero con intensas relaciones entre ellas que ubicadas un nucleo geográfico determinado.
La universidad
Paul Graham habla de universidades excelentes y elitistas como lugares donde sale la gente que luego crea start-ups. Aunque pienso que la calidad de los centros es importante, no creo que sea indispensable una universidad llena de premios Nobel para que aparezcan start-ups. No todas las start-ups tienen que inventar el chip de silicio o revolucionar totalmente el mundo de los buscadores.
En mi opinión muchas start-ups se crean alrededor universidad simplemente porque la gente en edad de crear start-ups y con los conocimientos necesarios, suele estar en ellas en esa época de la vida. Es donde uno hace los amigos con los que monta la start-up luego. Lo veo más como una correlación que una relación de causa efecto.
Esto al menos si permite una conclusión positiva, las universidades españolas aunque no tengan muchos premios Nobel (en realidad, ninguno) si podrían ser lugares alrededor de los que se aglutinasen start-ups simplemente porque la gente en edad de crearlas esta allí.
Aunque me gustaría que fuese así, este enfoque tiene un inconveniente, en España todo está retrasado temporalmente. En la mayoría de Europa y USA a los 18 años la mayoría de las personas se independizan y toman responsabilidades, lo que le hace plantearse proyectos personales antes. En España la mayoría de la gente vive en casa de los padres hasta los 25 años como mínimo. Por eso creo que lo más probable en España es que alguien monte su start-up tras su primer o segunda experiencia laboral, alrededor de los 26-28 años, es entonces cuando es más probable que entre en contacto con referentes y se anime a montar la suya.
Las ayudas de administraciones públicas
Nadie decide lanzarse, ni trabaja más duro porque el ayuntamiento monte un lugar que se llame distrito Barcelona 22@ donde disponga de una oficina subvencionada. Si volvemos al punto inicial es fácil entender la razón, a los tres tipos les da igual el lugar y no tienen tiempo ni ganas para burocracia.
Una administración pública es la antitesis de una start-up, sus procedimientos no tienen nada que ver con conseguir que la gente emprenda. Esto no es ninguna crítica negativa a la administración, no podría funcionar de otro modo.
Las ayudas de la administración dificilmente sirven a las start-ups porque por su propia naturaleza estas ayudas necesitan de control y obligaciones para evitar el abuso. Sin embargo precisamente lo que busca una start-up es estar libre de obligaciones y tener el máximo margen de maniobra. Por eso a quienes invierten en una start-up se les llama "business angels", porque realmente son "ángeles" que arriesgan su dinero en un proyecto totalmente incierto (aunque no suele ser demasiado dinero) por una participación minoritaria (no suele alcanzar el 10%). No es casualidad que los business angels sean siempre antiguos emprendedores de start-ups con éxito que se guían por la intuición y su experiencia personal. De no conocer las start-ups por dentro, a un inversor le parecería una locura invertir en una de ellas. Nada más alejado de como funciona una administración pública.
Cuando obtener una ayuda te obliga a cotizar como autónomo X meses, la ayuda simplemente sirve para pagar la cuota y no aporta ninguna ventaja real a la start-up. En España el seguro médico lo tendrías igualmente (es universal) y con 26 años uno no piensa en cotizar para la pensión de jubilación. Quizas estas subvenciones pueden venir bien a otro tipo de proyectos, pero para una start-up en la fase inicial y sin facturación, simplemente es más interesante no existir legalmente.
Igualmente los créditos blandos para adquirir equipamiento no ayudan a una start-up. Los tres tipos ya tienen sus propios equipos y lo último que quieren es endeudarse, ni siquiera con intereses ventajosos.
Ciertamente estoy seguro de hay más ayudas y variantes, pero también estoy seguro que todas tienen su contrapartida y obligación para evitar que hayan abusos, no puede ser de otro modo siendo ayudas públicas. El problema es que es justo las obligaciones que generan las que hacen las ayudas poco atractivas para los fundadores de start-ups.
Las empresas grandes
Una start-up es por definición una empresa pequeña, una vez que crece demasiado automáticamente deja de ser una start-up. Es un su fase inicial de start-up cuando genera las futuras semillas. Cuando una empresa tiene 4.000 trabajadores deja de ser un referente porque ya no funciona como una start-up.
Tal y como comenta Graham en su artículo, lo que hace especial a Sillicon Valley, no es que Apple, Google, Yahoo, y otros tengan allí sus sedes, sino que estas empresas nacieron allí y su fase de start-up la tuvieron alli.
Con frecuencia las administraciones públicas tratan de atraer a empresas grandes que trabajan en nuevas tecnologías, sin embargo esas empresas ni son start-ups ni van a generar start-ups alrededor porque ni sirven de referentes (¿alguien se vería reflejado en una empresa de 5.000 personas?), ni son semillas.
Excesos de Paul Graham
Aunque estoy de acuerdo con la mayoría de argumentos de Paul Graham en su ensayo (traducción al castellano), creo que algunos de ellos chirrían en exceso, son muy forzados.
Llegar a extremos como explicar el surgimiento de las start-ups por el tipo de gente que habita la ciudad (su liberalidad) o la importancia de tener un centro histórico intacto, es en mi opinión llegar demasiado lejos intentado que absolutamente todo cuadre para el caso de Silicon Valley y San Francisco.