Los informes anuales son una de las piezas más importantes de comunicación de las compañías a la hora de reportar su actividad. Es una consolidación de la actividad de cada área, de sus cifras y los resultados. Es una herramienta donde comprobar cuanto de lo prometido se ha cumplido y cuanto se promete para el futuro. En base a esta información muchos inversores toman sus decisiones de compra / venta de acciones.
Alberto Muelas comenta en el blog de Indra que gran parte de la valoración de una empresa no se corresponde con información puramente financiera. Es decir, una empresa no sólo es valorada por lo que tiene en caja. Se ha de tener en cuenta el resto de sus capacidades a la hora de poder valorar su potencial real.
Este resto de activos es lo que se ha venido reportando en los Informes de Sostenibilidad, como parte del Informe Anual. Estos Informes recopilan la actividad de la compañía desde un punto de vista más completo. Desde aspectos de innovación, recursos humanos, medioambientales y sociales.
Comparar manzanas con manzanas
Es cierto que este tipo de informes cada vez son más importantes y relevantes para los inversores. Como dice alberto nadie se casa con alguien "sólo" por el dinero que tiene 🙂 – también se casa por otras cosas. Con una empresa es lo mismo. Nadie invierte en una empresa "por el dividendo". Invierte por su capacidad de crecer, generar valor…
El problema es que ahora mismo los informes de sostenibilidad se elaboran de forma poco sistemática. Cada empresa genera "su informe", con "su índice" y con "sus indicadores". No hay forma de comparar de forma rigurosa unos informes con otros de tal forma que un inversor poniendo todas las cartas sobre la mesa sea capaz de tomar una decisión de compra.
Las empresas deberían ser capaces de definir unos mínimos comunes para que estos informes, además de reflejar el resto de actividades de la compañía que los números no reflejan, se pudieran comparar de una forma clara y realista.
Volviendo a las tablas
Al final, los Informes de Sostenibilidad deberán buscar un forma donde las tablas definan unos indicadores mínimos para valorar su actividad. Horas de formación por empleado, número de provedores locales, empleados que teletrabajan… al final se deberán definir unos indicadores que sirvan como elementos comparables para que todas las empresas reporten y se puedan valorar de una forma clara por los inversores, empleados, clientes, para tomar su decisión.